Un examen es una herramienta docente muy potente que acompaña a los alumnos en el proceso de estudio y aprendizaje de una determinada materia.
El proceso de evaluación es también un test para saber el grado real de conocimientos adquiridos en el aula.
Debo confesar que es uno de mis momentos favoritos. Es un instante mágico que me gusta saborear.
Me lleva mucho trabajo preparar y corregir cada prueba. Intento no repetirme demasiado para adaptarme siempre a cada nuevo grupo.
Un examen puede ser muy satisfactorio cuando constatas que tus alumnos están motivados por la asignatura y que se han esforzado.
Y puede convertir en una arma de doble filo cuando se plantea erróneamente.
Hay ocasiones en las que como profesor se acierta más. Y otras en las que se acierta menos.
Pero docentes y alumnos estaremos de acuerdo que este es siempre uno de los momentos más especiales en cualquier formación.
La preparación de un examen
Cuando dejas la preparación de un examen para el último momento su elaboración se complica.
Es conveniente encontrar estrategias prácticas que te ayuden a ser más productivo. Utilizo algunas estrategias para las pruebas escritas.
A medida que va transcurriendo el curso siempre surgen preguntas interesantes por parte de los alumnos.
Hay también determinados puntos del temario en que los alumnos fallan o aciertan más. Y que por tanto es necesario hacer hincapié en ellos para que se puedan asimilar el mayor número de conocimientos.
Durante la formación también marco líneas rojas del temario que son imprescindibles para un futuro aprendizaje o para una correcta asimilación de la materia.
Intentar copiar preguntas en internet es por norma general una mala idea. Así que lo que hago normalmente es recordar estos momentos clave en el aula y conocimientos que considero los básicos y redactar mis exámenes en base a ellos.
La corrección de un examen
Para poner notas siempre intento ser objetivo y justo con todos los alumnos.
La mejor forma de ser objetivo es mediante pautas de evaluación.
Antes de empezar a corregir y no después procuro tener unas pautas de redacción preparadas.
Otra buena idea puede ser corregir los exámenes todos a la vez. O si no es posible por preguntas.
Para ser justo con los alumnos intento evaluar a todo el mundo por igual.
El conjunto de estos 2 factores terminan afectando al diseño de las pruebas.
En la medida de lo posible intento que siempre sean de tipo test para facilitar también la corrección.
Pero alerta, un test siempre debe combinar preguntas teóricas con preguntas dónde se haga razonar a los alumnos y puedan demostrar el grado de comprensión de la materia.
En el caso de que una prueba pida a los alumnos que se expresen una buena idea puede ser tener una rúbrica de evaluación.
Una rúbrica es una tabla dónde se tabulan los posibles errores y en base al tipo de respuesta se puede graduar una nota.
En este enlace podréis encontrar una herramienta tremendamente útil para generar rúbricas.Hace mucho tiempo que no hago un examen como alumno.
De todos modos no cabe duda que como más se disfruta es como profesor 😉
¿Cuanto hace que no haces tu un examen? ¿Y si eres tu el docente como lo vives?
Deja una respuesta