Los meses de junio y julio son difíciles para toda formación que ha empezado durante los meses de enero y/o febrero.
Sobre las espaldas se amontonan muchísimas horas de formación tan o más intensa que algunas formaciones regladas por la vía educativa.
Menos puntualidad y atención en clase o faltas de asistencia son síntomas normales de agotamiento.
Puede que te guste mucho el profesor y la materia pero es lógico y evidente que de vez en cuando es necesario desconectar.
El cerebro también necesita descanso.
¿Qué podemos hacer los profesores y los centros ocupacionales ante este escenario?
El profesor
El docente es el que más horas pasa con los alumnos y quien los conoce mejor.
Parte de su cometido es animar y motivar siempre que el alumno desee aprender y así lo manifieste.
En ocasiones se consigue. En otras no tanto pero intentarlo es un deber.
Muchas veces factores que inciden en la desmotivación del alumnado son:
- La frustración generada por no ver cumplidas expectativas generadas durante la formación.
- El agotamiento.
El docente puede graduar las pausas.
Funciona muy bien preguntar que temarios son los que más interesan a los alumnos y sobre todo, ser realistas y francos con las expectativas y utilidad práctica que estas pueden tener una vez finalizada la formación.
Una buena gestión administrativa
Hay detalles que escapan al profesor y que dependen del centro formativo.
- Ser atentos con las necesidades del alumnado.
- Ayudar a buscar empleo. Una bolsa de trabajo es siempre un plus.
- Entrevistas de medio curso y final de curso. Dejar que los alumnos se expresen y sobre todo tomar acción tras sus sugerencias.
- Ayudar a que el centro sea adecuado. Detalles como que funcione el proyector, el aire acondicionado, el ruido….
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