Me encontraba haciendo mi baile particular para que el menor de mis hijos se durmiera cuando de repente me he dado cuenta de algo curioso.
Suelo hacer siempre el mismo trayecto. Un círculo perfecto que a medida que voy repitiendo el circuito se va transformando un cuadrado.
Algo así como si de el juego del teléfono se tratara.
Salvo que en mi inconsciente sigo convencido de seguir dando círculos.
¿Y dirás que relación hay entre esta historia y el título de este escrito?
Muchísima.
¿Cuántas veces nos creemos el resultado esperado sin obtenerlo?
¿Cuántas veces negamos la realidad?
Hoy me ha sucedido de estar hablando con alguien cuya supuesta labor es escuchar las opiniones de alumnos y profesores. Y tomar acción en base a ello para mejorar si procede.
¿Su opinión?
Negar la mayor. O peor aún: la inacción.
En lugar de aceptar la crítica y propuestas de mejora su reacción ha sido achicar agua.
Al parecer hay conversaciones que nunca han existido. Una sorpresa la capacidad amnésica de algunos profesionales.
Su palabra contra la mía.
¿El resultado final?
Si sigue dando círculos perfectos se comerá una esquina.¡Hola!
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