Por mucho que te esfuerces siempre es imposible dar la clase al gusto de todo el mundo.
Unos necesitan algo visual.
Otros quieren ejercicios e ir haciendo.
Después tienes los que necesitan escuchar. Y los que no escuchan.
Dar clases para adultos puede llegar a ser realmente complicado.
El sistema de ejercicios no es infalible
En una formación ocupacional se han juntado hasta 3 niveles muy diferenciados.
Pensé que una buena idea era poner ejercicios en dificultad creciente para que cada alumno pudiera graduar su ritmo.
Sin embargo he aprendido que el sistema no es infalible.
En el momento que cada alumno va a su ritmo de aprendizaje el resultado es que ya no tienes 3 grupos sino muchos más.
Cuadrar las necesidades de todos los estudiantes se convierte entonces en un auténtico quebradero de cabeza.
Así que para tratar de nivelar los conocimientos puse exámenes de evaluación continuada exigentes para presionar a los estudiantes a hacer un mínimo de ejercicios de mínimos.
¿El resultado?
Incierto.
Puedes ver el vaso medio lleno o medio vacío
Si en el aula existen ritmos demasiado dispares corres el riesgo de romper la clase.
Los alumnos más rápidos se frustran porqué no pueden sacar todo el provecho.
Los alumnos más lentos necesitan más atención pero evidentemente no puedes estar siempre por ellos.
En una formación de 5 horas y 12 alumnos vas a poder dedicar una media de 25 minutos por alumno.
Difícilmente vas a tener a todo el mundo contento.
¿La solución?
Obviamente no te puedes dividir.
Asume que no vas a contentar a todos y hazlo lo mejor que puedas.
Intenta ser justo con todos… es posible que algún día reconozcan que en realidad el tiempo estuvo bien invertido.
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