Un alumno se sorprendía por haber asimilado la lección mejor que sus compañeros.
En clase todos le sonreían amablemente y le felicitaban por ello.
Aunque no siempre fue así.
F. partió con desventaja por haberse incorporado más tarde a la formación y en ocasiones se hacía palpable que necesitaría mucho esfuerzo.
Nunca desfalleció cuando no entendía o no le salían las cosas.
Llegaba siempre puntual al aula a primera hora de la mañana.
Hacía las preguntas adecuadas para no perderse.
Sus compañeros le ayudaban cuando pedía ayuda.
Era firme en sus convicciones llegado el momento de tomar apuntes y se aseguraba de entenderlo a su manera.
Así que hoy le dije:
– F. el premio que recoges hoy no es el resultado de haber entendido la lección. Lo es de todo el esfuerzo acumulado que llevas detrás y que ahora empieza a dar sus frutos. Enhorabuena.
Y por dentro sentía un sincero agradecimiento.
Me he alegrado mucho por su caso.
¡F. mañana hará un examen y deseo sinceramente que le vaya muy bien! Al igual que muchos de sus compañeros se lo merece.
—
Querido lector,
En el deporte dicen que los grandes campeonatos los ganan las mejores defensas.
Creo en las individualidades. Aunque más en el trabajo constante y esforzado.
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