En mis inicios fui estafado por una empresa de limpieza.
Se me contrataron una serie de servicios para los que el primer y último pago fue la paga y señal.
La cantidad no retribuida me dolió pero con el tiempo se convirtió en un aprendizaje valioso.
Sabe más el diablo por viejo que por diablo
Una vez supe que no iba cobrar me sumí en cólera.
Mi plan perfecto consistía en conectarme a su panel de hosting y modificarle todas las contraseñas a nivel de alojamiento web y de página web.
Me sentía legitimado para ello.
El cliente, preocupado por no tener su nueva y recién estrenada página web caería en razón y me pagaría.
Iluso yo.
La empresa cliente lo tuvo muy fácil para enviar un email a su proveedor de hosting y recuperar todos los accesos e incluso recuperar una copia de seguridad si hubiera sido de menester.
Y con excliente enfadado y mi orgullo dolido me despedí de cobrar todo lo que me debían.
Les había dado la razón.
Aprendí que nunca se puede ir a malas. Y sobre todas las cosas que no te puedes pasar de listo.
Maduré.
Hackear una web
Primer aviso.
Segundo aviso.
Tercer aviso.
Quien me conoce sabe que intento ser siempre bastante diplomático con todo el mundo y nunca meterme en líos.
Y que no soy hacker.
Aunque alguien que se ha pasado de listo usaba una de mis cuentas de correo en una de sus página web.
El problema ha sido que su página web carecía de medidas anti-spam y el afectado no era yo sino mi email.
Era imposible contactar con él y tras intentarlo por todos los medios respetuosos finalmente he tenido que tomar medidas.
No es mi estilo pero en estos casos es lo que hay.
¿Moraleja?
En web, por muy seguro que te sientas nada es privado y siempre eres vulnerable.
Hay que ser respetuoso siempre con todo el mundo.¡Hola!
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