Alguien me preguntó si podía recomendarle un antivirus para los ordenadores de su empresa.
Educadamente le comenté que tenía un Mac, que no usaba ninguno.
Igualmente tampoco le hubiera podido aconsejar uno mejor que otro. No tengo ni idea si Kaspersky es mejor que Panda o Avast.
No es la primera vez que alguien para quien trabajo me pide una licencia de un programa de pago, si le puedo instalar el correo en el teléfono o si tiene un virus.
En su demanda no había mala fe. Simplemente le pareció que por hacer páginas web sé de ordenadores.
Pero me dejó sorprendido porqué es como confundir un veterinario con un médico.
El veterinario te puede ayudar pero es obvio que mejor que te visite un médico.
Como entiende tu cliente tus servicios
¿Si tu cliente confunde ordenadores con webs, como vas a entrar en conceptos más técnicos?
Esto me hizo pensar que en realidad a menudo no te pagan por un servicio con unas prestaciones determinadas.
Te pagan por tener la tranquilidad de poder contar contigo y sentirse arropados.
Esto último es mucho más importante.
¿Cobras en realidad lo que debieras cobrar?
Es más, si tu cliente no entiende que es lo que haces exactamente por él pero aún así está dispuesto a pagar lo que le pides, ¿deberías subir precios?
Puede.
Pero entonces estarías poniendo en riesgo la confianza.
Puedes hacerlo pero no sería íntegro ni profesional. No es mi estilo.
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Querido cliente,
¿cuántas veces has pagado por un servicio en el que no entiendes todos los detalles de la factura? ¿Tal vez la última vez que llevaste el coche al taller?
Si te ha gustado este contenido te animo a leerme mañana, como siempre, en https://francescricart.com/blog
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