Mi hijo pequeño acaba de descubrir la Luna.
Resultaba imposible que se durmiera en mis brazos ante la perspectiva de algo brillante en el cielo que no había visto nunca.
Es importante porqué existen dos tipos de personas:
Los que nos maravillamos mirando la Luna y al cabo de un rato nos volvemos a asombrar cuando la volvemos a ver (mi hijo pequeño).
Los que nos maravillamos y ya luego nos da igual (en este caso yo).
Digo esto porqué de vez en cuando me encuentro clientes con los que una necesidad momentáneamente les interesa mucho y ya después se olvidan.
Necesito esto muy urgente cuanto antes
– Hola Francesc, necesito un correo corporativo cuanto antes mejor. Dime que claves necesitas y te lo envío.
Te afanas y luego esperas. Pasado un tiempo…
– ¡Hola! ¿Puedo ayudarte con la info que necesito? Quedo pendiente para poder terminar la tarea. Gracias
Evidentemente tienes una motivación que es poder pasar la factura. Pero no puedes porqué estás bloqueado.
Tu cliente ya le da igual. La Luna puede esperar.
¿Te ha pasado algo similar alguna vez?
Filtras los encargos que aceptas
Hay veces en los que aceptas un encargo porqué sabes que son la antesala de algo más suculento.
Hay ocasiones en los que hay que saber decir no. Una retirada a tiempo es tu salvavidas.
Y luego están los clientes que te deben dinero y aceptas por el afán de cobrar.
Cuando una empresa te pide trabajo es fácil decir no si vas holgado de ventas.
Lo realmente difícil es hacerlo aún cuando el riesgo que romper la relación es grande.
¿Así que tu que haces?
¿Callas y trabajas manteniendo la esperanza de recibir la recompensa?
¿O te pones duro y subes la tensión?¡Hola!
Querido lector,
Al final he conseguido que mi hijo se durmiera.
Me ha costado pero he tenido recompensa.
Exactamente lo mismo que suele hacer con las empresas para las que trabajo.
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