
24 Mar El ciclo del aula
El primer día de clase es siempre un momento especial. Todos tenemos grandes expectativas en una formación de la que queremos sacar el mayor provecho posible.
Prometemos ser alumnos aplicados y estar super atentos en clase.
El primer día tenemos una carpeta nueva, un bloc de notas y hasta un boli. Incluso nos han dado una bolsa logotipada.
Pero los días van pasando y a pesar de seguir muy interesados en la materia el interés se va relativizando con el tiempo.
Es entonces cuando tras un esfuerzo importante por parte de los alumnos la realidad del día a día empieza a hacer mella en la asistencia y progresivamente en los resultados.
¿Realmente esta formación es para mi? ¿Le sacaré trabajo? ¿Es mejor que dedique este precioso tiempo a estudiar idiomas o a buscar trabajo más intensamente?
Las etapas del curso
En toda formación que incluye varias semanas o meses de clases típicamente podemos identificar las etapas de inclusión, afirmación y cooperación.
En el inicio o inclusión los alumnos todavía no se conocen entre si. Pero todos se sienten miembros de un equipo de desconocidos.
Aparecen las necesidades de aceptación y el temor al rechazo. Solemos medir a nuestros compañeros inmediatamente a izquierda, derecha, delante y detrás. Hay alumnos que se muestran más introvertidos o extrovertidos de lo normal. Todavía necesitan sentirse cómodos en el grupo.
Más adelante viene la etapa de la afirmación. Uno empieza a acomodarnos en el grupo y se va ganando en confianza. Esta confianza puede canalizarse positivamente o negativamente.
En esta fase el docente tiene que ser capaz de identificar el rumbo que está tomando cada alumno. En este momento es cuando se ve venir si un alumno terminará siendo baja o llegará al final del curso.
Lo más importante es conseguir un buen clima en el aula y que todos los alumnos se sientan cómodos y animados con la formación.
Es entonces cuando llegan las primeras turbulencias. Alguna baja siempre es prácticamente inevitable.
En todo grupo humano que va a compartir muchas horas juntas es normal que tarde o temprano haya desavenencias. En función de lo cohesionado que esté el grupo y de si el docente a sabido conectar o no con la clase se pasará mejor.
En este punto es importante dialogar y corroborar en todo momento si las expectativas iniciales de la formación se van cumpliendo o no.
Es una labor del docente intentar que este momento se convierta en virtuoso y no en destructivo.
Y finalmente llega la fase de cooperación o de destrucción.
En el primer caso el grupo ya ha hecho una piña y poco a poco van avanzando todos hasta el final. Los roles han quedado definidos y todo el mundo tiene muy claro su papel y hasta dónde quiere llegar.
En el segundo caso… bien, de momento no me ha pasado nunca pero debo reconocer que en ocasiones he tenido mis desavenencias.
Sentimientos en el aula
En todas las fases anteriores en el aula será necesaria una gestión de las emociones de los alumnos.
En algunos casos se podrá hacer en grupo. Otras en privado.
Ir con mano izquierda es algo que sólo se gana con la experiencia. Y aplicando el sentido común.
En colectivos de parados y/o adultos los sentimientos más perjudiciales que se pueden dar en el aula son:
- El protagonismo. La necesidad de sentirse con un papel principal frente a sus compañeros. El protagonismo puede darse de muchas formas y puede causar envidias y mal clima.
- La frustración. Cuando las expectativas iniciales no se corresponden con los objetivos reales del curso. Los motivos pueden ser variopintos. Pero un frustración mal gestionada puede hacer implosionar el grupo. Con adultos sucede en pocas ocasiones pero cuando sucede se convierte en un verdadero quebradero de cabeza.
Una buena estrategia para combatir estas sensaciones en el aula es conseguir que aquellos alumnos más avanzados ayuden a sus compañeros.
De este modo se está reconociendo su dominio de la asignatura pero al mismo tiempo ellos tienen un tipo de formación que les permite darse cuenta de sus lagunas.
Otra idea puede ser orientar la formación a proyectos. Así, cada alumno puede gestionar sus tiempos. Recientemente esta estrategia la estoy llevando a cabo con un grupo… y tengo mis dudas. Hablaré más adelante de si ha funcionado o no.
El conjunto de todas las etapas anteriores es lo que personalmente describo como el «ciclo del aula«. A lo largo de muchas formaciones me ido dado cuenta que todos respondemos a una serie de patrones y que es nuestro labor como docentes intentar identificar estos momentos para conseguir un grupo fuerte dónde los más rápidos y los más lentos puedan sacar provecho del tiempo dedicado en el aula.
¿Queridos compañeros, que opináis?
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