Me encontraba en la cena de fin de año con unos buenos amigos cuando alguien preguntó… ¿Cuáles son tus propósitos para este año?
Uno tras otro todos fueron diciendo el suyo. Llegó mi turno y me tuve que levantar para coger a uno de mis hijos que estaba llorando.
Me libré de responder y respiré aliviado.
Hoy me han vuelto a preguntar y me he limitado a responder:
– Todavía sigo pensando una respuesta.
¿Tu tienes unos propósitos claros?
¿Por qué este año no me marco objetivos?
Mis compañeros expresaron intenciones nobles del tipo perfeccionar el inglés, apuntarse al gimnasio y hacer deporte.
Pero dichos de improviso no me sentí identificado con ellos.
En 2018 he sido padre por segunda vez, he corrido mi segunda maratón, he escrito 365 publicaciones consecutivas, me he consolidado como profesional freelance y a nivel de negocio no hay quejas.
Ha sido un año tan intenso que todavía sigue dando coletazos y tengo mucho por asimilar.
Tengo una idea más o menos clara de mi camino a seguir pero esta vez voy a seguir otra estrategia. Se trata de una idea que mencioné alguna vez:
Me planteo conseguir hábitos, no objetivos.
Hábitos
Creo que estos serán mis principios directores a nivel profesional:
- En 2019 voy a mantener el hábito de escribir a diario. Pero no me lo voy a marcar como un objetivo.
- Crearé y mantendré una lista de suscriptores.
- Voy a paquetizar mis servicios para que puedan ser ofrecidos como un producto.
- Voy a empezar a ofrecer servicios desde mi página web y no por contacto directo como he hecho siempre.
¡Hola!
Querido lector,
Según leía de un conocido hoy, tengo 365 nuevas oportunidades para conseguir todo lo anterior.
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