La suerte de poder decir lo que piensas sin ofender a nadie

El otro día un colega confesó ser un traficante de armas en la Dark Web.

Estábamos en plena comida de compañeros y la reacción evidente fue una carcajada generalizada.

Nadie lo tomó en serio. ¿Pero y si lo era?

Hay personas que tienen un don para decir lo que piensan sin que los demás se enojen por ello.

¡Menuda suerte!

Se dice que hay personas a quiénes cualquier crítica les da igual.

Sin embargo ya soy perro viejo, no me lo creo.  A nadie nos gusta que nos pongan el dedo en la llaga.

Es un tópico pero sólo aquellas personas que de verdad se preocupan por ti y te aprecian son las que te dirán las cosas que nadie más te diría.

No debemos enfadarnos con ellas. No es una labor agradable y después de todo no se hace nunca con mala fe.

El mismo principio podemos aplicar al mundo de la empresa.

Se me ocurren muchas ocasiones en las que sueles quedar en un compromiso. Situaciones del estilo…:

• Te gusta el nuevo logotipo de la empresa?  – (buf, me suena haberlo visto por internet)
• Qué opinas de tu nuevo compañero? –  (no sé de dónde ha salido pero va un poco perdido?)
• Qué tal el trabajo? – (estoy harto pero no te lo voy a decir)
• Hasta arriba de trabajo verdad? – (si te digo lo contrario vas a pensar que mi puesto de trabajo sobra?

Suelen ser las temidas preguntas trampa.

A menudo si eres sincero te vas a meter en un jardín. ¿Qué hacer? ¿Herir la sensibilidad de quién te pregunta o decir lo que de verdad piensas?

¿Qué haces tú?

¡Hola!

Querido lector,

Tanto en la vida privada como en la profesional todos nos contenemos de vez en cuando.

¿Eres tan afortunado como para poder decir lo que piensas sin herir a nadie?

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