De camino para casa hemos visto unas atracciones ambulantes en un parque.
Atraídos por un imán se nos ha olvidado el sueño y el hambre.
– ¡Papá quiero subir!¡Quiero subir!
Mientras tanto unos niños en la puerta que también querían entrar exclamaban.
– ¡nueve! ¡ocho! ¡siete! … ¡dos!¡uno! ¡que salgan, que salgan!
Vaya, esto si es presión psicológica.Ante este panorama hasta yo quería entrar y divertirme como un renacuajo.
Los niños de dentro se han puesto nerviosos y luego no había forma de sacarlos.
Se ha armado un buen alboroto (otro perrito piloto).
O los de fuera o los de dentro
Todo esto te lo cuento porqué las empresas con las que trabajo algunas veces reciben emails por si quieren pasarse a trabajar con otros proveedores.
– ¡Que salga, que salga!
Exactamente la misma situación que con los chavales en la feria del parque.
Están esperando incansablemente tu error para sacarte del terreno de juego y entrar ellos.
¿lo has hecho tu alguna vez?
Vendedores sin escrúpulos
De momento nunca me he encontrado una empresa que decidiera prescindir de mis servicios por caer en estas estratagemas.
No me gustan. Aunque de todos modos, que levante la mano quién esté libre de pecado.
Muy en mis inicios recuerdo hacer algo parecido en alguna ocasión hasta que un día alguien que se sintió herido me envió un email que nunca debí haber borrado. Venía a decir que me metiera en mis asuntos y dejara tranquilos a los demás pero con palabras poco amables.
Me di cuenta que este tipo de estrategias no funcionan. No se trata del mensaje sino de la forma de comunicarlo.¡Hola!
Querido lector,
Podemos ser vendedores elegantes o comerciales agresivos.
¿Cuál es tu estilo?
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